Al igual que en cada estación vamos adaptando nuestra vestimenta, lo mismo debemos de hacer con nuestra alimentación. Lo mismo que no vamos en pantalón corto en invierno, tampoco es normal tomar gazpachos y ensaladas. Lo mismo que no vamos con jersey de lana en verano, tampoco es normal tomar un estofado o barbacoa en verano.
La naturaleza nos lo pone fácil, pues nos entrega en cada estación solo los alimentos que necesitamos para nuestro bienestar, el problema está en la desconexión con ella, hasta llegar a un punto en que no se sabe que alimento es de temporada o no.
Llevar una alimentación basada en alimentos de temporada, de proximidad, preferiblemente ecológicos y guiados por un profesional de la alimentación, es una decisión muy sabia para aprovechar al máximo los regalos de la naturaleza y aportar a nuestro cuerpo todo lo que necesita en invierno, estación en que necesitamos unos cuidados y aportes nutricionales muy concretos para evitar enfermar.
Entre todos los alimentos de invierno, vamos a destacar algunos de ellos, que están al alcance de todos:
- Raíces, como las zanahoria, chirivías, nabos y demás, que nos aportan estabilidad, vitalidad, calor digestivo, muchos minerales.
- Calabaza y zanahoria, con una buena dosis de betacarotenos para nuestra salud.
- Ajos, cebollas y demás, con muchas propiedades antibacterianas y antiinflamatorias.
- Coles, ricas en fibra, carotenos, vitaminas C, E, K y antioxidantes, luego muy beneficiosas para el sistema inmunológico.
- Verduras de hoja oscura, como acelgas y espinacas, ricas en minerales, sobre todo hierro, para aportar vitalidad.
- Cítricos, como limones, pomelos, naranjas, con su gran aporte en vitamina C para prevenir y combatir los resfriados.
- Frutas del bosque, gran fuente de antioxidantes.
La orientación profesional garantiza que nuestra elección nutricional y demás cuidados se ajusten a nuestras necesidades personales.
Como dijo Hipócrates “Así como las comidas pueden causar enfermedades crónicas, también pueden ser la cura más poderosa”.
Basándonos en esta frase de Hipócrates, padre de la Medicina, sabemos que la elección de los alimentos adecuados, combinados sabiamente, cocinados según necesidades y todo ello en base a nuestra constitución y estado personal, nos asegura el bienestar.