En unas semanas nos llega la estación de verano y una vez más podemos comprobar que si algo hay estable y permanenete en la vida, es el cambio. Todo cambia, todo lo que está vivo está en constante cambio, la naturaleza, las estaciones, así como también nosotros y nuestro organismo-ecosistema interno conectado al gran ecosistema externo, fuerzas de la naturaleza e incluso planetarias.
Así todo sigue un orden armónico de cambio, donde unas estaciones siguen a otras. Los seres vivos siguen también el ritmo de las estaciones, como podemos observar en los campos y animales. Sin olvidarnos de nosotros, los seres humanos, donde nuestro organismo sigue también este ritmo, pues es algo innhato en él. A no ser que esté sujeto a luchas internas debido a que no le aportamos los cuidados estacionales que necesita para un correcto fluir de la energía estival por nuestro organismo y permitiendo así el correcto funcionamiento del organismo, siendo este el motivo principal de bloqueos internos y posteriormente enfermedad.
La Naturaleza es sabia, ¿por qué nos cuesta tanto escucharla, seguirla y vivirla?
En verano tenemos expansión, alegría, pasión, luz, calor, sol… Algo que se refleja y manifiesta interna y externamente.
Todo ello requiere una serie de cuidados varios, pero vamos a centrarnos solo en la alimentación.
La naturaleza nos provee en cada estación de los alimentos que necesitamos para conservar la salud presente y hacer la prevención para la siguiente estación. Esto puede ser confuso y difícil si se compra en grandes superficies donde se venden todos los alimentos y productos de todas las estaciones y lugares, los 365 días del año ¡Gran Error! Sin embargo, si hacemos nuestra compra en los pequeños productores locales, nos aseguramos que son productos de temporada, es decir, aquellos que nuestro cuerpo necesita para estar saludable. Si a esto le sumamos que son ecológicos, mucho mejor. El alimentarnos de esta forma es llevar la naturaleza a nuestro interior, es entrar en comunión con la Naturaleza.
No es saludable consumir un alimento de verano en primavera, ni consumir en verano un alimento de otoño e invierno. Para matizar, no es normal consumir melón en Navidad, tomate en invierno, ni uvas en primavera, por muy saludables que sean estos alimentos por su naturaleza.
Lo mismo sucede con las formas de cocinado. Nuestro cuerpo necesita alimentos frescos, formas de cocinado frescos e hidratación. Hablo de fresco, no de frío. Se abusa en verano de alimentos y bebidas muy fríos, así como de todo lo contrario, como el caso de los fritos, barbacoas, ahumados, etc.
Todos los alimentos estacionales de verano son favorables, pero no para todos, debido a su constitución, patologías u otras causas. Por ello, siempre es aconsejable que un profesional os haga un estudio nutricional estacional para saber qué alimentos, combinaciones de los mismos y estilos de cocinado nos favorecen.
Si aportamos a nuestro cuerpo los cuidados estivales personalizados que necesita, viviremos esta estación con salud, vitalidad, energía equilibrada, claridad mental, entusiasmo, tranquilidad, orden, bienestar digestivo, peso equilibrado y pasión.
Sin embargo, si no aportamos a nuestro cuerpo los cuidados que necesita, viviremos esta estación con malestar, decaimiento, subidas y bajadas de energía, hinchazón, confusión, verborrea e hiperactividad mental, entre otras desarmonías.
Vivir cada estación y momento desde la conciencia, es vivir con plenitud.